En 1970 la mujer y las dos pequeñas hijas de Jeffrey MacDonald, un médico cirujano del ejército estadounidense, son asesinadas en la residencia familiar. MacDonald es encontrado herido pero con vida. Según declaró más tarde, una banda de hippies compuesta por varios hombres y una mujer con sombrero de ala ancha irrumpieron en la casa y atacaron a la familia.
El hecho ocurrió en Fayetteville, Carolina del Norte, y el relato tenía sentido teniendo en cuenta que hacía pocos meses habían sido noticia los asesinatos de la familia Manson. Ese es sólo el comienzo de la historia que presenta este documental, que se centra tanto en el caso como en lo que sucedió después.
El documental está basado en el libro A Wilderness of Error: The Trials of Jeffrey MacDonald, escrito por el documentalista Errol Morris, quien aparece entrevistado a lo largo de los cinco episodios que tiene la serie. Señalemos como curiosidad que, para entrevistarlo, el director del documental utilizó un artilugio que es invención del propio Morris: el Interrotrón.
Frente a cámara, Morris se pregunta: «¿Qué sucede cuando una narrativa ocupa el lugar de la realidad?» La respuesta es algo que hemos visto ocurrir muchas veces en el sistema de justicia, pero también en otros ámbitos de la realidad. La prensa tradicional y la ficción televisiva han hecho mucho por impulsar ciertas narrativas que no necesariamente se condicen con la verdad, o cuanto menos, son debatibles.
Las narrativas, ya sea que se presenten en forma de noticias o de una ficción audiovisual, impactan en la construcción de un imaginario y de un mapa que cada individuo se forma de la realidad. Está demostrado que la repetición es un factor que colabora en la aceptación acrítica de estas narrativas. Cuando se presenta una visión sesgada, las conclusiones son sesgadas y la emotividad puede pesar más que la racionalidad. Este crimen en particular fue presentado al público en forma de una recreación televisiva, donde MacDonald era mostrado como un psicópata que había asesinado a su familia.
A Wilderness of Error va en dirección contraria. Expone las pistas, las contradicciones y las sospechas, pero no ofrece ninguna conclusión definitiva. No puede hacerlo, porque lo únco que hay son indicios. En todo el caso no existe ninguna prueba firme y concreta que permita establecer definitivamente la culpabilidad o inocencia de MacDonald. Lo que en principio se presenta como una prueba que sin más podría parecer concluyente, queda desestimada al siguiente episodio cuando nuevos datos son traídos a la luz. En ese sentido, el documental hace experimentar al espectador la incertidumbre y exasperación que podría tener un investigador que sigue las pistas. Nada es concluyente, todo puede ser contrarrestado, probablemente haya más de una persona que miente. Circunstancias que, como hemos visto en varios documentales sobre crímenes, la justicia muchas veces pasa por alto. El caso de Jeffrey MacDonald no es la excepción.
MacDonald se encuentra detenido acusado de haber sido el autor de los crímenes, pero el documental no afirma ni niega la culpabilidad del acusado, no se decanta por ninguna opción. Por el contrario, muestra que a veces no es posible determinar con certeza qué fue lo que sucedió, que a veces las pistas no son concluyentes, que no siempre es buena idea dejarse llevar por la emotividad, o por la manera en que nos es presentada la realidad. Ese es su objetivo y lo cumple holgadamente. Su ambigüedad es su punto fuerte.
