Carnival Row está ambientada en un universo alternativo plagado de criaturas fantásticas, donde hadas, centauros y faunos conviven con los seres humanos en una ciudad de estilo victoriano, con diversos grados de aceptación y tolerancia entre sí.
En la introducción se nos cuenta que la tierra de las hadas fue arrasada por un ejército invasor de seres humanos, que convirtieron su hogar en un infierno del cual no les queda más remedio que escapar. A pesar de que las hadas contaban con una facción de humanos como aliados, el desenlace de la guerra fue inevitable.
The Burgue es la ciudad humana donde recalan estas criaturas, buscando escapar de los horrores de la guerra. Además de las hadas, también hay otras criaturas que simplemente buscan ganarse la vida, convirtiendo las calles de la ciudad en un espectáculo variopinto.
Rycroft Philsotrate (Orlando Bloom) es un exsoldado que participó en la guerra, aliado de las hadas y convertido ahora en inspector de policía. Al inicio de la historia se encuentra investigando una serie de asesinatos en la ciudad. Su rutina se ve interrumpida cuando Vignette Stonemoss (Cara Delevigne), una hada de la cual estuvo enamorado durante su anterior etapa de soldado, emigra hacia la ciudad escapando de la devastación de su tierra y de su especie. Vignette lo creía muerto, según él mismo se ocupó de hacerle creer, y el reencuentro no transcurre en buenos términos.
Dada la particular configuración social de la ciudad, y más aún debido a la insistencia del guión en orientarse hacia ese aspecto, la historia se presta fácilmente a análisis relacionados con el racismo y la inmigración. El relato explícitamente incluye este tipo de situaciones -al extremo de que algunas de ellas llegan a ser caricaturescas- seguramente en un intento por convertir el guión original, escrito en 2005, en algo más actualizado y relevante a los tiempos que corren. Esta insistencia en llevar la historia hacia temas políticamente correctos es, a nuestro entender, la gran falla de la serie. No es la única, pero sí la que más se destaca.
De esta manera, lo que podría haber sido un gran relato de fantasía queda arruinado por este anhelo de corrección política. Tan exagerado resulta el intento -y tan pobre es la calidad de la escritura-, que por momentos adquiere las características de una telenovela, con situaciones forzadas y personajes unidimensionales. Otro de los problemas de Carnival Row es que la narrativa es un poco dispersa. Abarca muchas historias secundarias y detalles que no necesariamente contribuyen a la fluidez del relato principal.
Si bien tiene a su favor una gran realización técnica, la historia no resulta todo lo interesante y compleja que podría ser. Si no se pusiera tanto énfasis en la discriminación bajo una mirada de superioridad moral, haciendo uso de todos los lugares comunes posibles, Carnival Row sería una gran serie de fantasía. Sería un relato que combina mitología, política y crimen, en un mundo segmentado por la desconfianza y las rivalidades entre distintas especies. Pero tal como se nos la presenta, es más un relato escrito por guerreros de la justicia social, con un buen departamento de efectos especiales detrás. Como serie de fantasía es aceptable y la recomendamos, pero es una pena que incurra en este sesgo de corrección política, tan común en el mundo del cine y de las series hoy en día.
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